En la noche del 9 de febrero Héctor Ricardo Díaz, de 44 años, de Concepción, perdió la vida en un accidente de tránsito de insólitas características: un guardarrail se incrustó en su auto VW Gol provocándole tremendas heridas. Su deceso se produjo en el acto. La tragedia ocurrió en la traza nueva de la ruta 38, a la altura del desvío de acceso a la provincial 329 que conduce hacia “La Perla del Sur”. Díaz circulaba hacia el norte y al parecer, por la falta de iluminación en el lugar, no advirtió a tiempo el ingreso. Cuando se dio cuenta abruptamente giró y embistió la barrera metálica con el lamentable desenlace.

En la mañana del 10 de marzo el conductor de un auto Chevrolet protagonizó en la autopista de Famaillá, bajo una fuerte lluvia, un percance casi similar. Por suerte circulaba solo y se salvó, ya que solo sufrió lesiones leves. Al perder el control de su rodado se estrelló contra la baranda del puente sobre el río Lules. El metal terminó incrustado en el vehículo del lado del acompañante.

Muchos conductores hablan de otros accidentes similares. Incluso el propio Díaz ya habría protagonizado años antes un siniestro parecido al que le terminó costando la vida en febrero. Estos hechos han planteado interrogantes sobre el nivel de resguardo que tienen las barreras de contención o guardarrails. Al menos de las que están instaladas en las rutas de nuestra provincia.

SALVAN VIDAS. Los guardarrails están colocados para evitar el despisto de los vehículos.

¿Estos contenedores están ajustados a las normas de seguridad vial? Pedro Katz, especialista en el tema, sostiene que estos accidentes plantean dudas sobre la seguridad de estos elementos. “Un camino como obra humana para facilitar las comunicaciones entre pueblos y personas que necesitan desplazarse con cierta comodidad o facilidad, reduciendo el tiempo para recorrer distancias, debe tener todas las condiciones que la ciencia, la tecnología y el arte en materia constructiva ponen a disposición de las sociedades”, advirtió. Y agregó: “nuestro país, al tener terrenos tan extensos, y que se extienden desde La Quiaca hasta Tierra del Fuego, debe privilegiar la necesidad de no poner en riesgo a quienes circulan instrumentando las medidas adecuadas a fin de que ese camino a recorrer sea seguro”. Sin embargo, según Katz, en los últimos tiempos “la economía mal entendida deja sin poner los elementos de seguridad en el camino y hasta se crearon sustitutos de dudosa calidad”.

Amortiguadores de impacto

En el marco de los riesgos que se presentan en una carretera, Katz sostuvo que, entre quienes diseñan caminos, siempre existe la inquietud de que nadie salga de la pista con consecuencias graves. “En algunas ocasiones, por circunstancias fortuitas, el vehículo sale de la cinta asfáltica y para eso se colocan los contenedores, las barreras de contención que tienen por objeto redireccionar en el ángulo con el que se ha chocado”, observó. “El guardarrail redirecciona hacia la calzada evitando que caiga en la banquina, o peor, en un zanja o hasta precipicio” subrayó. Pero, según advirtió Katz, “no se adoptan las medidas técnicas adecuadas y establecidas”. “Los objetos que se instalan no deben ser agresivos hacia la persona o los vehículos que chocan estas instalaciones” apuntó. “Las originarias eran rígidas y siguen sin ser cambiadas. Ofrecen una resistencia a los vehículos e incluso estos objetos, que son metálicos, se incrustan y puede pasar como pasó hace poco en nuestras rutas. O también con el ministro de Transporte de la Nación Mario Meoni que, en abril del 2021, salió de la calzada y murió tras impactar con una barrera de contención”, expuso.

La necesidad de invertir

Según el especialista, lo que correspondería es hacer una determinación de los lugares donde más frecuentemente se producen choques y ahí cambiar contenedores por otros con “amortiguadores de impacto”. “Son objetos que se deforman ante el choque y van reduciendo paulatinamente la velocidad del vehículo que ha chocado, evitando el ingreso de la chapa dentro del vehículo”, precisó. “Hay barreras abatibles –agregó- que son las que permiten que el vehículo no encuentre un objeto de resistencia rígida ante el impacto”. Estas actualizaciones demandan naturalmente un costo que, para Katz, en una comunidad civilizada “va asociado con el progreso”. “Tenemos que invertir no solo en barreras sino también en la superficie de rodamiento. Hay que evitar baches, fisuras y lomos de burro, que son elevaciones que se atraviesan en el camino para que alguien que está excedido de velocidad la disminuya. Pero este artilugio produce también accidentes y muertes”, observó. “Hay que apelar a toda la tecnología para cuidar la vida, que es lo más valioso que circula. Todas las instalaciones tienen que estar bien ubicadas, como las señalizaciones; en el lugar que corresponda según las técnicas viales vigentes”, concluyó.

EL EXCESO de VELOCIDAD VULNERA TODOS LOS ELEMENTOS SEGURIDAD, DICE UN INGENIERO DE VIALIDAD

El ingeniero Daniel Salazar, de la Dirección Provincial de Vialidad (DPV), observa que el exceso de velocidad se constituye en el factor principal que lleva a vulnerar todos los elementos de seguridad desplegados en las carreteras. Tras aclarar que no es especialista en seguridad vial, apuntó que al analizar la eficiencia de los guardarrails, necesariamente se tiene que valorar las vidas que salva. “Sin desconocer los accidentes registrados, que se los puede considerar como excepcionales, hay que observar la función importantísima que están cumpliendo, por ejemplo, en la ruta a los valles. Funcionan y salvaron muchas vidas”, apuntó.

“En los accidentes mortales que vimos los amortiguadores de velocidad no hubieran impedido las consecuencias que tuvieron a partir de la velocidad a la que circulaban los rodados” insistió. El atenuador de impacto propuesto por el experto Pedro Katz es considerado uno de los dispositivos más eficaces y que más vidas salva, de acuerdo a estudios técnicos. Se trata de protectores compuestos de una estructura deformable que, recoge y frena el vehículo que choca contra él, absorbiendo el impacto en todo o en parte, disminuyendo considerablemente tanto víctimas como lesiones y desperfectos.